<a href="http://1.bp.blogspot.com/-ai9wA1IWC3c/TrFnkMQT5EI/AAAAAAAAAHM/lCwdrJqIsGc/s1600/lucky+luke.bmp" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://1.bp.blogspot.com/-ai9wA1IWC3c/TrFnkMQT5EI/AAAAAAAAAHM/lCwdrJqIsGc/s320/lucky+luke.bmp" width="320" /></a> 
<a href="https://en.wikipedia.org/wiki/Jean_Tabary" target="_blank">Lucky Luke</i></a>, versión del autor, con Paint

<div class="MsoNormal">
Nueva York podrá no dormir, pero Londres cierra a las doce. Todavía recién llegado, te transformaste en Cenicienta, y corriste con un zapato en la mano. Oyendo las campanadas, desesperado por el último tren, saltaste de dos en dos los escalones, hacia el infierno, hacia las entrañas de la tierra. <i>“Sorry, mate”</i>, dijo un turbante celeste chillón. Advenedizo aún, te calzaste el zapatito de cristal, resoplando. Otra vez carnaval.</div>
<div class="MsoNormal">
<br />
</div>
<div class="MsoNormal">
Vázquez te lo dijo. “No llegas, tú. Pimlico cierra temprano”. Pero corriste igual, envalentonado por tanto <i>Jameson</i>, que se pronuncia con i. Todo sea para no quedarse en el sofá, para no seguir aguantándole los amigos, esperando a que se fuera el último. Mejor la calle, indudablemente. Y así, mareadito, había que caminar hasta Victoria. El 73 te llevaba bien. Estudiar los mapotes de la parada, y cuidarse de no dormirse y terminar en el canódromo de Walthamstow.</div>
<div class="MsoNormal">
<br />
</div>
<div class="MsoNormal">
Arrancaste rapidito, medio cayéndote hacia adelante por Lupus Street, deletérea avenida diagonal. Los Malboro de hombre que fuma Vázquez te revientan la garganta. Obviamente que los Lucky son preferibles, pero ésos hay que pagarlos por cinco. Vázquez te surte de estos petardos, y de arriba un rayo. Soltaste el encendedor, y colocaste el arito de la llave en el índice izquierdo, con esfuerzo, para despejar la mente. Costaba meter el aire para adentro, a pesar del humo, a pesar de la redundancia.</div>
<div class="MsoNormal">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<br />
La llave surte poco efecto. Tal vez te estaba haciendo invisible, como al Hobbit. Daba igual. No había nadie que mirara. Si un árbol cae en el monte sin gente, dice el elegante adagio: ¿hace ruido o no hace ruido? Elemental, Watson. Si nadie te veía, eras invisible. Y nadie te estaba viendo, escondidito atrás de un muro.</div>
<div class="MsoNormal">
<br />
</div>
<div class="MsoNormal">
Invisible como el hombre invisible, diste con la estación de Victoria, con todas esas barandas en la vereda, esas mangas para bípedos. Según el planazo en la parada transparente, tu letra era la W, Watson. Eran tres: encontraste la Y, encontraste la X, la siguiente era la W, sí señor. El frío te mordía el culo en el asiento angosto e inclinado, pero sólo unos minutitos más. El colorado doble llegaba ya, orondo y puntual, cabeceando, como tú y como los otros.</div>
<div class="MsoNormal">
<br />
</div>
<div class="MsoNormal">
Nadie recomienda el segundo piso en la noche. Siguiendo sus consejos, subiste la escalera difícil y te sentaste, con la izquierda en el bolsillo, el índice en el anillo, y la cabeza en la ventanilla. Por Oxford Circus, un malcriado de visera plana se unió al nutrido pasaje, con un paquete de fritas <i>chips </i>de Madónal. Moviendo los hombros con la cabeza quieta, al ritmo de un <i>rap</i> que le volaba la gorra. Se te sentó adelante, dándote la espalda. Sin verte, por el anillo y porque no tenía ojos en la nuca. Y porque un viejo medio dormido en un ómnibus nocturno es tan invisible como cualquiera.</div>
<div class="MsoNormal">
Sin alterar un ápice la infaltable, infatigable cara de malo, mordía las papas a medias, y le tiraba el resto a la gordita de al lado, que hacía como que no lo veía. A la cuarta papa empezó a sollozar. “Disculpe, señor”, dijo un quijote <a href="https://steemit.com/spanish/@gregario/poeta" target="_blank">joven y flaco, con un saquito de <i>tweed</i></a>. “Me parece que usted no debería arrojarle esa comida maloliente a la señorita”. Ni corto ni perezoso, el <i>G</i> se incorporó, tiró las manos para adelante como quien rema al revés, metió la derecha en el bolsillo e hizo brillar la navajita, corta y letal.</div>
<div class="MsoNormal">
<br />
</div>
<div class="MsoNormal">
La vida te da sorpresas. Invisible como Bilbo Baggins, impredecible como el Fabian, la llave arrancó tu izquierda, primaria como un zorro de jardín. Sin mover el culo de tu butaca, como un buen espectador, viste como metía la llave en el orificio anal de la oreja del mentecato. Un sonido seco, bajo. Medio giro, nomás: <i>bom-ba desac-tiva-da.</i> GAME OVER, derecha izquierda, saquen el pie del pedal, la vueltaaa... ¡ha finalizadoooo! La bombita de ahorro, enrevesada, dejó de iluminar ese cráneo vacío, ese zapallo de <i>Halloween</i>, esa cabecita de novia. Cayó de nuevo en su asiento, recostó el melón en el vidrio. Un hilo oscuro le corría por la mejilla, más oscura. El <i>rap</i> de su segundo celular <i>mobile</i> seguía recomendando ser un <i>G</i>.</div>
<div class="MsoNormal">
<br />
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="MsoNormal">
El <i>double decker</i> paró. En silencio, con orden, el pasaje emprendió la fuga, la gordita aún moqueando bajito. El conductor <i>driver</i> discó 911 en la radio, con voz foránea y neutra. Cada mochuelo a su olivo, cada chango a su mecate. Los casuales compañeros se dispersaron, sin comentarios. Hubo incluso unos segundos para filmar la gotita zigzagueante, acercándote hasta olerla, pensando en Ricky Fitts. Cuando llegó el Vauxhall (raudo, ruidoso, luminoso), no había nadie que dijera nada. Nadie, entonces, dijo qué pasó, pero el grandote de modos suaves no pudo oírlo.</div>
<div class="MsoNormal">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Sin frío ni miedo, caminaste lo que faltaba, desde King´s Cross St. Pancras. Compraste un <i>kebab</i> grande en Manor House, usando sólo la derecha. Llegando al <i>dodgy lodge</i>, fuiste a tirar el restito de siempre en el contenedor, que te dijo HACKNEY con letras enormes. Y de atrás, salió la muy zorra. Comió el <i>kebab</i> con papel y todo. Lamió la evidencia: la izquierda, la llave, la sangre del antisocial. Y se despidió con una mirada larga, sin tiempo. Se dio vuelta, te mostró el rabo ausente como a un mozo pobre. Hasta siempre, vida mía.</div>