<center> [![](https://cdn.steemitimages.com/DQmPgC7TTzA72AqRwLBz3J7qdNCtiomqXXWiK9YXEF2FNsN/image.png)](https://aminoapps.com/c/world_variety/page/blog/curiosidades-de-el-gato-siames/PJ7b_weWfmulNJKm44zbVNE44jQKXE8kkQ) </center>


<sub>

Conversando con mi gato "Ñarry".

Salí esta mañana a las 8.40, a hacer unas diligencias en el centro, y a conseguirle algo de comer a mi gato Ñarry,  el cual se caracteriza por emitir un lloro y canto a la vez, de muchísimos decibeles, que  no sé cuando canta o cuando llora, pero la mayoría de las veces, es para pedir alimento.

Ñarry es casi humano, por esa forma peculiar que tiene de levantar las patas delanteras, y asomarse a la mesa, o al plato que tengo en el momento. Varias veces me ha clavado sus filosas uñas, que amuela en la lona de una silla de descanso, que está en el recibo de la casita.

Pero ese felino, para mí es un amigo con el que suelo entablar monólogos-diálogos,  que me figuro que me responde con sus ojos amorosos, comprensivos y bonitos.

Y empiezo a hablar con él:

—Ñarry, ¿cómo te fue en la mañana?

—Hoy me la aplicaste fea, Lecumberre. Me dejaste sin nada qué desayunar, y tampoco qué almorzar. Eso no se le hace a un amigo, mi pana.

—Pero... es que tú no te apareciste en toda la mañana, y te esperé hasta casi las 8.45.

—Esas son habladeras tuyas. Lo que pasó fue que me quedé dormido en una silla de la casa de la vecina, que es tu hermana. ¡Uf! Esa es durísima para darme aunque sea un pellejo.

—Lo que pasa es que no quise buscarte porque me imaginé que, justamente, estabas dormido.

—Tienes razón. Pero te digo que el único que me da comida buenas eres tú, aunque a veces te pasas con esas sardinas hasta 3 y 4 días seguidos. No parecen bromas de amigos. Y dime: ¿cómo te fue?

—Ay, mi amigo bueno, te lo refiero, y lloras. Lo que se ve por las calles son esqueletos andantes, y como personas entregadas, que solo esperan emitir el último suspiro.

—Me consta. En casa de la vieja Ramona se la pasan chillando porque el dinero no  les  alcanza para siquiera sobrevivir con cierta comodidad.

—Al menos, estás conforme.

—Claro, vale. Estoy muy contento contigo. Algunas veces me das unos trapazos, pero es que con esa bulla es que puedo llamar la atención.

—Te pasas, chico.

—Por cierto, que menos mal que solo tuviste un hijo, y lo supiste criar para que fuera un profesional y excelente trabajador. Y no te exige nada. Más bien te puede dar. Y otro punto a favor es que no regaste hijos de manera irresponsable.

—Te estás metiendo demasiado en mi vida privada.

—Mejor te quedas tranquilo. Conozco el mínimo detalle de lo que haces, pero crees que por ser gato, no me doy cuenta.

—Oh. Cambiemos de tema.

—Pero bueno, ¿y entonces no me piensas preparar nada?

—Claro que sí, Ñarry. Y, mira, vi ayer a la vecina Flor cuando te daba unas  costillas  de res.

—Esa doñita piensa que yo soy un perro porque me da esos huesos pelados, y mis dientes no son para comer huesos. Sin embargo, le agradezco el gesto.

—Te tengo tu comida favorita: espaguetis con carne molida.

—¡Ajá! Eso sí me gusta. Pero, por favor, no me les eches salsa de tomate, que eso me saca la piedra, de pana.

Y terminada la plática con mi gato, le preparo los espaguetis con carne molida, le doy unas caricias, y blole pido que duerma mientras espera, pero él me increpa:

—¿Cómo me voy a dormir, con ese olor tan sabroso, y si no he comido en todo el día? Son las 2 , y nada.

—Bueno, espera media hora.

Así sucede. Le sirvo en un plato, me acomodo igual, pero en un plato más plano. Se come todo, repite, y le digo que ya no hay más, por los momentos.

Ya saciadas su hambre y la mía, le acomodo el trapo donde duerme y descansa, y en menos de 2 minutos se le rinde al sueño, y yo me meto en la computadora a escribir este post.

Estimados usuarios, no hay nada más desestresante que conversar con un gato.

Que Dios les bendiga a todos.

</sub>