<center>![cira.jpg](https://cdn.steemitimages.com/DQmccVmxsNzEZjV3zQQN1LqgPk2WZuAjYdKyfviGWb1RiHZ/cira.jpg)</center>
Cuando yo estaba de edad escolar, remitiéndome a mediados del siglo XX más o menos, nombrar en Villa de Cura a la maestra Cira Esàa, a secas, o la Nena Esàa, como cariñosamente fue conocida entre sus allegados, no tenía nada de extraño; cualesquiera de las dos designaciones era válida para distinguir a una moza que acometió con ganas sus estudios, convertida con el paso de los años en una educadora a tiempo completo, metida dentro de aquella generación de maestras que podemos catalogar como abridoras de caminos. Un poco difícil nombrarlas a todas. Maestras de escuela de las de antes, a las que nunca se oyó decir: ¡No tengo tiempo! Para trabajar con niños, además de vocación y preparación se requería de sicología. Cira desarrolló toda su carrera docente en Villa de Cura ciudad que ha sido su hogar siempre.
A cuántas de estas antiguas maestras no conoció el pueblo de La Villa, por verlas pasar casi todos los días apuraditas, subiendo y bajando aceras, para dirigirse a sus escuelas -las mañanas y volver en las tardes- con una carpeta y un bojote de cuadernos debajo del brazo para sumirse a su labor en un aula escolar. Qué nobles fueron por ejemplo mis maestras de la “Arístides Rojas”, Melicia Nieves de Tejada y Martha Ceballos de Martínez.
La Nena Cira Ercilia Esàa Martínez, vino al mundo en Villa de Cura, cuando la población era una villa agrícola y pastoril, es hija de don Lope Esàa, el pulpero de la antigua esquina La Sapera, ubicada en la calle Sucre cruce con doctor Urdaneta. Don Lope fue un hombre trabajador muy serio y reservado en el hablar. Su madre, Carmen Teresa Martínez Peña, una costurera de diario trajinar al frente de una máquina de coser, apegada al arte de la cocina y todo lo que requiere llevar un hogar.
Rebuscando las raíces de la maestra Cira se sabe de las horas que pasó junto con su prima Irma González Martínez, luego esposa del barbero Luis Manuel Botello, nativo de San Fernando de Atabapo. No cabe la menor duda que formaron un contubernio de familiaridad y amistad muy cercana desde su niñez y juventud que se extendió hasta fallecida la primera de las nombradas este año 2018.
Cira es la mayor de dos hijos habidos en el matrimonio, el otro es Lope José, quien siguió la carrera militar, ahora luce el grado coronel de las FAVB en situación de retiro. Católicos por devoción cristiana, devotos de La Virgen del Carmen y andando siempre de la mano de Dios. Es justo reconocer que sus padres nunca escatimaron esfuerzos para encaminar a sus dos hijos por la senda de los estudios. No dejo de decir que siempre obtuve el trato amable de Don Lope, doña Carmen y sus dos hijos, ya que fueron vecinos en mi niñez de un solar por el medio, en la calle más larga o calle doctor Urdaneta de Villa de Cura -pueblo de su origen- donde se encuentran sepultadas hace años las cenizas de los esposos
Los pasos de Cira por las primeras letras del alfabeto y grados posteriores fue en la escuela para hembras Teresa Carreño de Villa de Cura, jamás olvida sus marchas de aquellos días de estudiante de primeros años por esos salones, siempre fue una muchacha hacendosa, lista, seria, estricta. Desde niña le atrajo los deseos de ser maestra, parece que ya le corría por la venas esa señal, así lo escuchaba yo en mi infancia a viejas familias de la cuadra en comentarios ingenuos. Es precisamente la estatura que logra después de largos años de consagración a los estudios.
En aquella época había en Villa de Cura ejerciendo dos maestros graduados de normalista, una fue la señorita Rosa Amelia Flores Chapellin y el otro, el bachiller Manuel Ramón Ceballos. Cira Esàa y el apureño Emilio Santodomingo López, ambos graduados el mismo año fueron los que siguieron la huella y otros que llegaron después.
Sabido es que Cira culminó con buenas notas sus estudios en La Escuela Normal Gran Colombia de la ciudad de Caracas, Distrito Federal, graduada en la promoción de 1949. Seguramente escucharía de labios de sus profesores que el pergamino que acababa de recibir era solo el primer escalón; que esta carrera es un camino para ser recorrido toda la vida; y que en adelante era necesario laborar, utilizando no solo las manos, también el cuerpo, el alma y con la mente siempre abierta y mantenerse en permanente creatividad. Ese mismo año 49 abría sus puertas el Liceo Alberto Smith, el primero de Villa de Cura.
Veinte años contaba cuando tras haberse graduado de normalista regresa a Villa de Cura, ejerció primero como docente en la escuela Teresa Carreño, luego nombrada maestra en la escuela estadal graduada Leopoldo Tosta, que funcionaba en un caserón que aún conserva intacta su fachada, ubicado frente a la Casa del Santo Sepulcro por la calle Bolívar y después mudada a su nueva sede de El Deleite en 1959, de la cual marchó un tiempo como subdirectora, fue ascendida después a directora de dicho plantel. En 1991 el ME la nombra como maestra del Centro de Educación de Adultos en el Grupo Escolar Arístides Rojas. Luego de jubilada tras numerosos años de servicio labora en el colegio privado Simón Bolívar, para cerrar la puerta como profesora activa.
Debe recordarse que para beneficio de los maestros no graduados entre el año 48 y 50, un equipo a cuyo frente estaba el doctor Luis Beltrán Prieto Figueroa que se desempeñó como Ministro de Educación, comenzó a diseñar los cursos de primer nivel para la capacitación profesional, creando el “Instituto de Mejoramiento Profesional del Magisterio”, logrando con este programa que todos los educadores que ya se encontraban ejerciendo por vocación en las escuelas públicas o privadas alcanzaran el nivel correspondiente. El Ministerio de Educación les extendía meritoriamente su titulo de Maestros de Educación Primaria.
No había tenido tiempo de enamorarse la maestra hasta que conoció y entabló amoríos en La Villa con Cirilo Ramírez Vera, un caballero oriundo de la población de Zea del estado Mérida, quien habiendo pasado una cantidad de años acá se hizo aragüeño asimilado, no pasó tiempo para que contrajeran matrimonio. La vida de su marido fue interrumpida de pronto por la “parca”, sin que la pudiera detener. Cuando ya viuda, quedó habitando unida con el resto de la familia la casa de la calle Sucre. De la unión conyugal nació Orlando Ramírez Esàa, profesional egresado de la Universidad de Carabobo que casó con Tatiana Makagonox de Ramírez. Tres nietos de sonriente rostro le han proveído hasta hoy el joven matrimonio a la señora Cira.
Por su nivel de preparación académica, sumado a su capacidad para promover, animar y organizar eventos gremialistas, Cira aparece con el apoyo de sus colegas como una de las impulsoras de la seccional Zamora de la Federación Venezolana de Maestros (FVM). Una vez retirada del Magisterio por haber culminado 30 años de servicio, le corresponde dar su aporte conjuntamente con las educadoras: Lourdes Cáceres de González, Liga Montenegro de García, Priscila Bolívar de Izzo, Josefina Rojas Lovera, Martha Fuentes de Martínez, Emilio Santodomingo López y otros más, para crear en Villa de Cura la Asociación Municipal de Maestros Jubilados y Pensionados de Zamora (AMEJUP-ZAMORA), la cual lleva por nombre “Lourdes Cáceres de González”, institución que tiene su sede actualmente en una céntrica calle de la Villa de San Luis; primero fue un proyecto compartido, después un sueño que no acaba nunca, y a la larga se hizo realidad; el caso es que hoy sus oscuros cuartos guardan el espíritu de lucha de dirigentes y agremiados. La profesora Carmen Alicia Vargas de Torres preside actualmente la junta directiva de la Asociacion; la profesora Milagro Almenar de Pérez, como Secretaria de cultura y la profesora Abilia Torres, Secretaria de actas, entre otras.
Tengo nota que esta mansión asiento de AMEJUP-ZAMORA que da frente a la calle Sucre con calle doctor Urdaneta, fue una donación acreditada al espíritu altruista del siempre recordado comerciante Don Juan Noguera, ya fallecido, quien entabló una magnífica relación con el gremio de maestros en Villa de Cura.
La maestra Cira siempre ha sido una mujer muy modesta, estimada y respetada por sus colegas y la gente que conoce su agudeza personal y pedagógica, siempre disciplinada, buena hablante y lectora apasionada de todo texto que le llega en sus manos, es poseedora de una biblioteca con un buen inventario de libros. Atenta y cordial para quien le solicite un consejo o una opinión. Sus lecciones siguen siendo imperiosas en estos momentos de crisis del que no escapa la educación.
De la misma manera encontramos a la maestra Cira como pieza entusiasta en la vida y trayectoria del Club de Leones de Villa de Cura, formando parte en ocasiones de su Junta Directiva. Ganadora de ascensos, placas, medallas, pergaminos y diplomas que se aposentan colgados en las paredes de la casa, además de una galería de fotografías coleccionables en su directorio personal. Entre los premios que pude pesquisar y seleccionar a mi gusto figuran los siguientes: Orden 27 de Junio, otorgada por el presidente de la República; Orden Hilda López de Graffe; Orden Luis Beltrán Prieto Figueroa; Orden Josefina Rojas Lovera y Orden Ciudad de Villa de Cura, entre otros.
Cabe reseñar y de verdad satisface que, cuando se discute algún punto dentro del seno de educadores afines, como Federación Única de Educadores Jubilados y Pensionados de Venezuela (FUDEJUPVEN); Asociación de Educadores Jubilados y Pensionados del Estado Aragua (ADEJUP-ARAGUA) y Asociación de Maestros Jubilados y Pensionados de Zamora (AMEJUP-ZAMORA), enseguida el nombre de la maestra Cira Esàa de Ramirez se menciona entre el grupo de Notables.
El trabajo doméstico siempre exige dedicación y tiempo. Se sabe que aprovechó para aprender de la madre los secretos de la cocina. La maestra nunca tuvo reparo para entregarse después de retirada al arte de la repostería, a la producción de tortas para celebraciones, y la hechura de dulcería criolla para la venta por encargo, en temporada de Navidad, el día del niño o de la madre. No tuvo ninguna dificultad de aprender la receta para elaborar los conocidos roscones únicos de su difunta prima Irma de Botello.
Termino, pues, este breve pero grato recorrido por la vida de esta generosa amiga de lejanos tiempos. Que gracias a su ineludible fe en Dios y la Virgen María que nunca la abandonan y a su fortaleza física y espiritual se halla todavía en permanente movimiento, a pesar de encontrase ya curtida por los años. Creo sin embargo, que aún resta más por escribirse sobre su larga pasantía en la vida.
La Villa de San Luis, 10 octubre de 2018
Agradezco la colaboración a:
Profesor Oldman Botello
Profesora María Teresa Fuenmayor
Profesora Milagro Almenar de Pèrez
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