El Primer hombre y mujer creados por Dios, tuvieron salud perfecta hasta que  lo desobedecieron, Dios los creó con el fin de que vivieran para siempre en perfecto estado de salud.  Pero desde ese momento  la humanidad ha estado sujeta a toda clase de enfermedades y dolencias. Cuando ellos perdieron su acceso al árbol de la vida que estaba en el Huerto, murieron espiritualmente, y sus cuerpos comenzaron a debilitarse. 
El pecado trajo al mundo todas estas consecuencias. Sin embargo, esto no significa que todas  las personas  que hoy se enferman o experimentan un mal  incurable están pagando las consecuencias de sus pecados personales.
Dios no tiene ninguna culpa o responsabilidad de que  en la tierra existan las enfermedades. “Con cosas malas Dios no puede ser sometido a prueba, ni somete a prueba él mismo a nadie.” (Santiago 1:13.) Si uno de sus adoradores enferma, Jehová lo sustenta espiritualmente.