<center>![StanLee.jpg](https://ipfs.busy.org/ipfs/QmTaNzm9SLR2fREsxHeguAmecNBcFEC5siL4hyFEWbHhGB)
<sub>(Sirva esta pequeña entrada como mi homenaje personal al padre del universo Marvel)</sub></center>
Ese «Stan Lee presenta:» al inicio de cualquier cómic Marvel me ha acompañado desde la infancia, desde que descubrí todos esos superhéroes en los viejos cómics setenteros de mi tío, aquellos que publicaba Vértice en blanco y negro. Porque, sí, sabía de Superman, pero más por las películas que por haber visto algún cómic. Mi primer acercamiento a los superhéroes en el papel fue con los 4 Fantásticos, la Masa, el Hombre de Hierro, Spiderman, el Capitán América y aquel Dan Defensor (ahora Daredevil). Incluso con Nick Furia y sus Comandos Aulladores.
<center>![comic1.jpg](https://ipfs.busy.org/ipfs/QmY2sKSF2XrNQH6SwL3egvZQbRxMnepPoZDAgPa6NDoqSG)
<sub>Uno de esos viejos cómics, que todavía conservo
</sub></center>
Unos años después, ya adolescente, compré mis primeros cómics. Un verano. Cayeron en mis manos dos ejemplares: el número 238 de Spiderman de Forum, en plenos Actos de Venganza, con el trepamuros frente a Magneto; y una reedición de Clásicos Marvel con el primer crossover de los Defensores contra los Vengadores, en el que había una épica pelea entre Thor y la Masa. ¡Como para no comprar los siguientes números! Y así me enganché; y así comencé mi propia colección, una que sigo ampliando todavía. Poco a poco me fui adentrando en ese amplio universo, esa mitología moderna de la que Stan fue el primer forjador. Quedé maravillado. Aquello coincidió en el tiempo con mi descubrimiento de Tolkien. Y ambos, Tolkien y Stan, dejaron una huella imborrable en mí a través de sus mundos; en cierto modo son responsables de quien soy ahora: un apasionado de las historias, de la fantasía y la ciencia ficción.

<center>![comic2.jpg](https://ipfs.busy.org/ipfs/QmY3xL3jYNzQkHUnUo6bJmbcibfRHsJ4TtRYkZYeojkAt3)
<sub>Siempre me acompañan</sub></center>
*La Guerra del Infinito*, *La ascensión de los hijos de la media noche*, *La canción del verdugo*, *El niño que llevas dentro*… Aquellos primeros 90 trajeron sagas memorables. El universo Marvel me ofrecía desde historias con personajes clásicos de terror hasta auténticas *space operas*; desde demonios y villanos disfrazados hasta gangsters de la vieja escuela, científicos locos o aristócratas nazis; desde un instituto para mutantes que todo el mundo teme y rechaza hasta una escuela de secundaria en la que la popularidad, gustar a las chicas y esquivar al abusón de la clase eran los problemas del día a día.

Porque Stan Lee fue el contador de historias que acercó los héroes a la cotidianidad. El que nos mostró a superhéroes a los que desahuciaban por no pagar el alquiler. Creó personajes con poderes extraordinarios que eran, al mismo tiempo, muy humanos. Te podías identificar con ellos. Hasta el punto que, a veces, interesaban más las aventuras y desventuras de Peter Parker, por ejemplo, que las de Spiderman. Quizá las primeras historias, las que escribió Stan directamente, eran un tanto ingenuas, pero estaba abriendo camino, expandiendo todo un mundo, y luego un universo de los más ricos que existen. Y a mí, desde luego, me llenó la vida de muy buenos momentos, incluso en las peores épocas. No solo entonces, sino también ahora; delante del papel o de la pantalla.

<center>![comic3.jpg](https://ipfs.busy.org/ipfs/QmQfbQ7jc22KRwuNvAesTtGtx8Hx2zEjb9Gn13nKba7W4z)
<sub>Detalle de una parte de mi colección</sub></center>
Gracias por todo, Stan, por lo que me has dado y lo que han significado tus creaciones para mí. Gracias. *’Nuff said*.

¡Excelsior!

Autor de texto y fotografías: Javier G. Alcaraván (@iaberius)